Los morelenses votaron el primero de julio por cambiar radicalmente el espectro político, luego de seis años de que desde el Poder Ejecutivo y el Legislativo habían conculcado sus derechos y abusado de la representación popular, por lo que resulta inaceptable que los intereses personales de los actuales diputados hayan llevado al Congreso al mismo escenario que la ciudadanía quiso desechar.
La parálisis legislativa lesiona profundamente a otras instituciones pero también favorece a quienes desde el poder saquearon a Morelos, ya que no se han realizado las reformas para quitar los candados que les dan impunidad.
Además, impiden la buena marcha del Poder Ejecutivo –también radicalmente renovado- y lesionan los intereses a corto y largo plazo de los ciudadanos.
Por si fuera poco, los legisladores ni siquiera han pensado reducir el elevado presupuesto del que disfrutan, ni siquiera sus salarios.
Los morelenses estamos siendo agraviados, porque lo que se pelea en el Congreso sólo es la búsqueda de prebendas individuales, pese a que el voto que recibieron claramente no fue para eso.