En manos de Graco Ramírez, la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización del Congreso fue una tapadera de las corruptelas de los hombres y mujeres ubicados en puestos claves del gobierno estatal y de los ayuntamientos afines al perredismo.
Vicente Loredo Méndez fue el mejor ejemplo de corrupción a pesar de que su misión oficial era combatir esa lacra.
Finalmente se ha retirado pero deja tras de sí una cauda de malas acciones que propiciaron que diversos personajes lograran usar como propio el dinero de toda la sociedad.
La población deberá pagar esos desvíos ya que el ahora ex funcionario nunca vio nada y además permitió que los plazos para emprender acciones legales vencieran a favor de los corruptos.
Por eso, el Congreso local tiene la obligación moral de iniciar los procesos que sean necesarios para que la impunidad que Loredo Méndez propicio no le beneficie.