A pesar del alto índice de accidentes de tráfico que tienen que ver con el consumo de bebidas embriagantes, la presión de los bares de Cuernavaca ha impedido por años la instalación del programa de alcoholímetro, con el pretexto de que la capital del país perdería interés a ojos de los turistas.
Lo cierto es que ese programa busca evitar que quienes conducen un vehículo de motor hayan ingerido bebidas alcohólicas, pero no castiga a quienes consumen ese producto.
Sin embargo, el sector ha presionado para echar abajo las intenciones de aplicar la medida, lo que seguramente se ha tradición en innumerables muertes y daños que pudieron haberse evitado.
Impedir que los conductores circulen alcoholizados no es prohibir el consumo de bebidas.
Claramente se trata de cosas distintas, por lo que habrá que esperar que ahora sí la medida llegue a buen puerto y con eso se salven muchas vidas.