El nombramiento de Guillermina Jiménez Serafín como magistrada del Tribunal Superior de Justicia parece que contribuirá a romper el estancamiento en el órgano de gobierno del Poder Judicial.
Los antecedentes señalan que la magistrada presidenta se inclinó por no renovar a quien ayer rindió protesta ante los diputados del Congreso local, por lo que el regreso de Jiménez Serafín no será para afiliarse al grupo de Carmen Cuevas.
Decisiones de gran trascendencia –como la redistritación judicial- han quedado en entredicho por la manera en que fueron ejecutadas por el sector que ostenta el poder, mientras que la disidencia ha sido incapaz –hasta ahora- de cambiar el precario equilibrio que se vivía, al tener cada bando nueve magistrados.
Esperemos que el nombramiento al que se hace referencia contribuya a cambios sustantivos que mejoren al Poder Judicial, que en los últimos meses ha sufrido para cumplir con los obligaciones que le confiere la Constitución.