Finalmente las reformas que prohíben la utilización de plásticos de un solo uso ha entrado en vigor. Aunque concede tiempos amplios para cumplir con la limitación, muchos de los sujetos obligados ya han tomado cartas en el asunto y han dejado de entregar bolsas de ese material a sus clientes, lo que es un avance.
Ciertamente habrá daños colaterales –lo mismo quienes comercializan los productos que pronto estarán prohibidos que quienes en los supermercados los usaban para ganarse una propina como único ingreso- pero el beneficio es mayor, porque actualmente los basureros a cielo abierto están desbordados por tanto plástico que a ellos se arroja.
Fue un ciclo largo pero finalmente parece haber terminado correctamente la iniciativa ciudadana que impulsó originalmente la reforma.
Es un ejemplo de que la población puede incidir y llevar a cabo cambios significativos para la sociedad.