La cercanía de otra fiesta relativamente popular (el día del padre) puede ser pretexto para que se vuelva a incrementar la movilidad social y con ella los contagios -y los consiguientes decesos- por covid-19.
Sin embargo, no se necesita una fecha festiva para que una parte de la ciudadanía morelense ignore los protocolos sanitarios. Simplemente ayer las decenas de comerciantes informales que salieron a las calles para exigir “su derecho” a instalar su negocio violaron todas las reglas de la prudencia y se expusieron a contraer una enfermedad nueva y extremadamente dañina que en Morelos ha demostrado no respetar edad ni sexo.
Con niveles de letalidad cercanos al veinte por ciento de los contagiados, no suena lógico retar a la suerte y exponerse a morir, pero eso es lo que han hecho precisamente quien salieron a la calle, probablemente motivados por dirigentes políticos sin escrúpulos.
Con ese tipo de actitudes es difícil que a corto plazo puedan restablecerse sin riesgo las actividades económicas.
En 14 días sabremos el costo de ese tipo de imprudencias.