En todo el mundo, los gobiernos tienen el control de las vacunas para prevenir la enfermedad transmitida por el coronavirus y, salvo raras excepciones, el biológico no se comercializa abiertamente, por lo que llama la atención la ingenuidad de quienes deciden “comprar” una vacuna por internet o que incluso se aplican lo que les venden.
Por extremoso que suene, los casos existen y corresponde a la autoridad que persigue los delitos poner un freno a las ofertas tendenciosas que solo buscan dinero fácil.
Por lo pronto, solo la educación puede hacer que los ciudadanos estén a salvo de un engaño tan obvio pero peligroso, por lo que implica llegar a inyectarse sustancias de dudosa procedencia disfrazadas de vacunas.