De acuerdo a datos oficiales, sesenta y nueve personas aspiran a ser consejero (a) electoral y casi 150 buscan una de las magistraturas vacantes, en un reconocimiento tácito de que constituyen posiciones de privilegio por los ingresos económicos que representan.
Sin embargo, no hay garantía de la calidad del desempeño de quienes están dispuestos a semejante sacrificio, pues en el periodo para el que serán electos no habrá ningún tipo de control, como sí sucede en el mundo real, donde la mayor parte de quienes desempeñan cualquier otra labor remunerada requieren demostrar constantemente el empeño, la constancia y los buenos resultados.
Aunque no hay tiempo de efectuar los cambios legales necesarios, la sociedad morelense requiere de mecanismos que garanticen que quienes reciben un nombramiento en los órganos autónomos se sientan comprometidos a cumplir a conciencia el juramento que asumen al ocupar un cargo público.