Las escuelas públicas son muy vulnerables ante la delincuencia y el cierre obligado por la pandemia ha recrudecido la situación.
Todos los esfuerzos de los padres de familia por frenar la ola de robos o por que estos se esclarezcan y se detenga a los culpables han sido en vano.
Y aunque una parte importante de los delitos que padecen los planteles escolares se cometen por gente de la comunidad, Morelos sufre por la existencia de bandas organizadas que se dedican a saquear lo mismo los equipos de cómputo que el cableado de las instalaciones, lo que ha dejado a miles de niños sin la posibilidad de recibir clases, cuando aún no llegaba el coronavirus.
Es necesario que se investigue a fondo y se castigue a los responsables de dañar el presente de las jóvenes generaciones, para que eso disuada nuevos intentos y la lista de hurtos – que hoy supera los dos centenares solo durante lo que va de la pandemia- se reduzca.