Aunque ahora solo es una crisis empresarial, la fuga masiva del alumnado de las escuelas privadas terminará por convertirse en una crisis educativa si todos ellos terminan en los planteles públicos, la mayor parte de los cuales ya estaba saturado desde antes de la pandemia.
Se necesita rearmar la planeación institucional del sector, a fin de valorar las capacidades reales de infraestructura y recursos humanos, para tomar medidas paliativas para evitar más complicaciones.
La enseñanza virtual evita por ahora la saturación de espacios, pero esa posibilidad no existirá para siempre. Tiene que haber salidas.
Al mismo tiempo, los planteles privados que subsistan deberán replantear sus tasas de rentabilidad, a fin de que sus servicios vuelvan a ser atractivos, y no solo por el precio, sino también por la calidad.