Todo mundo da por hecho que después de las vacaciones de semana santa vendrá una nueva oleada de contagios de covid y las muertes que eso implica.
La aceleración del proceso para vacunar a los adultos mayores pretende reducir el daño causado por la enfermedad, pero es insuficiente para proteger a toda la población.
Se requiere de una mayor conciencia social, que difícilmente se desarrollará en un tiempo tan corto, por lo que parece más adecuado utilizar mecanismos coercitivos para obligar a los ciudadanos a por lo menos usar el cubrebocas, un accesorio eficaz contra el virus.
Desafortunadamente falta desarrollar varios mecanismos legales para que esa prohibición tenga significado y pueda utilizarse.
Ojalá que preservar la mayor cantidad de vidas se convierta en una prioridad y en pocos días se complete el esquema jurídico necesario para que el uso del cubrebocas realmente sea obligatorio.