El IMIPE nació para garantizar lo que en su momento fue un novedoso derecho ciudadano, el derecho a la información de los entes que operan con dinero público, pero desde que fue creado ha sido poco el tiempo que cumplió cabalmente con sus funciones, ya que ha terminado en una oficina de empleo.
A pesar del rezago en que se encuentran miles de solicitudes de información, las prioridades del instituto en su nueva época se enfocan a que los dos nuevos comisionados puedan cobrar su salario retroactivo.
Libres de prácticamente cualquier fiscalización, quienes han formado parte del primer nivel de control del IMIPE han salido (salvo contadas excepciones) con más pena que gloria.
Pero el panorama actual hace pensar que como organismo de servicio público podemos despedirnos lo mismo de ese instituto que de otros órganos falsamente ciudadanizados que han dejado de operar en favor de la sociedad morelense.