Tania Valentina Rodríguez Ruiz seguramente sonrió satisfecha con el veredicto de la Corte sobre el número de votos que conforman una mayoría calificada en el Congreso local. Sin embargo, su triunfo representa una dolorosa derrota para todos los ciudadanos, porque -independientemente de los errores que se cometieron en su tramitación- la reforma del reglamento del Congreso tenía como finalidad superar el bloqueo -un auténtico boicot- que el grupo de siete legisladoras denominado G-7 había usado sistemáticamente para frenar la función de los diputados, que estaban incapacitados para aprobar cualquier cosa por la falta de esa mayoría calificada.
Como cabecilla de ese grupo no le importaron las consecuencias de sus actos. Hoy, la resolución de la Corte puede traer más desastres si se anula todo lo que se voto en ese intento por superar una parálisis intencional y dañina que la historia juzgará en su momento.