La falta de sentido social de la empresa que suministra energía a los pozos de agua que abastecen la ciudad de Cuernavaca ha generado nuevamente un enorme y costoso conflicto social, cuyas consecuencias pagaron no solo las decenas de miles de personas atrapadas en el tráfico, sino empresas de todo tipo que vieron cerrada por largas horas una de las carreteras más importantes del país.
Poco puede decirse de una situación que amenaza con volver a repetirse hoy, pero que -si ocurre- terminará por hundir más la economía morelense, ya muy afectada por la pandemia.
Nunca podrá compararse la suma que reclama la empresa distribuidora de electricidad con los cientos de millones de pesos que nuestra sociedad ha perdido, lo cual solo significa atraso y pérdida de empleos y oportunidades de negocios, sin contar con el daño individual que han sufrido quienes se quedaron atrapados o no lograron llegar a su destino, o lo hicieron con enormes dificultades.