Conforme a la magnitud en el número de participantes, parecen pocas las denuncias electorales que se han presentado hasta lo que va del proceso electoral.
Pese a los frecuentes llamados a la civilidad y a realizar una contienda limpia, desde hace unos días es más evidente la guerra sucia entre partidos y candidatos, cuya manifestación más común ha sido la destrucción de propaganda electoral y los señalamientos -reales o inventados- con cuentas falsas en las redes sociales.
En procesos anterior la justicia electoral ha mostrado su contundencia en muchos de los casos que se plantearon, por lo que quizá no haya sorpresas en lo que resulte de algunas de las muchas carpetas de investigación que se han iniciado.
Obvio, sería más fácil para todos si quienes participarán en la elección realizarán solo acciones apegadas a la ética en su búsqueda del voto, pero parece que eso es mucho pedir.