Los balnearistas, tradicionalmente el sector turístico más beneficiado por las vacaciones de verano, ha reportado bajos índices de ocupación por segundo año consecutivo.
Está de más decir que el efecto pernicioso de la pandemia no desaparece de la economía nacional y n lo hará mientras persistan los brotes, ahora de las variantes del virus, principalmente por la irresponsabilidad de la población.
Se requiere -como ya se ha sugerido- de mecanismos coercitivos que desafortunadamente no están en nuestras leyes, para obligar a los irresponsables a protegerse o al menos a no exponer a le gente vulnerable.
El año que corre los municipios no contaron con leyes de ingresos propias, lo que impidió sancionar a quienes no utilicen el cubrebocas. Estamos a tiempo de que ese error se corrija y en 2022 sea una realidad la ley que hace obligatorio el uso de ese aditamento.
Mientras tanto, solo queda invocar -¿infructuosamente?- El civismo.