Las llamadas pensiones doradas constituyen una grave afrenta a la sociedad, porque concedieron una paga de por vida a vividores allegados al exgobernador y a sus incondicionales diputados.
Ese dinero, una suma cuantiosa que se debe cubrir cada vez, sale del erario, por lo que lo pagamos todos los ciudadanos de Morelos.
La complicidad de los exdiputados hizo que finalmente se haya concretado con éxito la maniobra y que los intentos por combatir esa medida se hicieron tan mal que siguieron adelante.
Hoy se anuncia un nuevo intento por revertir las multicitadas pensiones, pero los actuales legisladores deben tener en cuenta que dentro de quienes se supone trabajarán en esa tarea hay personas que ya fueron cómplices y que cuando pudieron no hicieron lo correcto.