Los resultados del Censo General de Población y Vivienda 2020 originarán un movimiento político importante en la entidad, pues obligan a modificar la distritación actual, lo mismo a nivel federal que local, algo que de manera evidente repercutirán en los procesos electorales del 2023, cuando habrá una renovación de poderes a nivel federal, estatal y municipal.
Hace casi dos trienios el entonces gobernador a través de un Congreso títere modificó el mapa electoral con la intención de beneficiar a su partido, al que finalmente hizo desaparecer por la falta de electores, pero heredó un reparto distrital que no corresponde a los nexos territoriales y económicos auténticos, pues agrupó territorios que en varios casos ni siquiera tienen carreteras adecuadas entre sí.
El organismo encargado del nuevo reparto debe tomar nota de esa experiencia a fin de que no se haga una distribución meramente numérica, sino que corresponda a la cultura de los municipios y territorios que estarán agrupados, y no como ahora, cuando se enfrentan casos como el del distrito XI, con cabecera en Jojutla, que contiene a municipios como Tepalcingo y Axochiapan, que corresponden a otra zona -muy alejada- de la entidad.