Los daños causados por las lluvias del sábado en Tepoztlán mostraron una vez más con toda su crudeza las consecuencias del cambio climático que vive el mundo y la necesidad de cambiar el enfoque preventivo, para hacerlo más amplio.
Desafortunadamente se perdió una vida humana, aunque debe admitirse que una situación como la de esa noche no era fácil de predecir.
Por eso los municipios no solo deben actualizar -o realizar, si aún no lo han hecho- sus mapas de riesgo, sino ir más allá y ver con nuevos ojos cada una de sus características geográficas, porque ahora el peligro que provoca la Naturaleza puede surgir por cualquier parte.
Tómese en cuenta también que las lluvias ya debían haberse retirado pero siguen y son copiosas. Es una nueva forma de convivir con los fenómenos climáticos lo que nos debe llevar a percibir y minimizar los riesgos de nuestro tiempo.