Ha sido el propio Instituto Nacional de Geografía y Estadística, el Inegi, el que ha dado la perspectiva de lo que fue la Legislatura anterior: cara e ineficiente.
Quienes pagaron los platos rotos fuimos los ciudadanos morelenses, ya que todas las instituciones fueron afectadas en su operación.
Hasta diversas sanciones no pudieron imponerse -como las relacionadas con el incumplimiento de la ley que hace obligatorio el uso del cubrebocas- porque no fueron autorizadas las respectivas leyes de ingresos de los municipios, al tiempo que cargos importantes quedaron acéfalos por demasiado tiempo.
Ya sabemos cuál es el costo y también la forma en que la ciudadanía cobra esas afrentas en las urnas.
Los actuales diputados -drásticamente divididos en dos bandos- deben tomar en cuenta todo lo anterior para asumir una postura digna, enfocada a servir al bien común.
De otra manera, deberán asumir las consecuencias.