Finalmente, y al estilo de las anteriores legislaturas, solo hizo falta una sesión nocturna para romper definitivamente la armonía que el Congreso local durante varias semanas a partir del primero de septiembre.
La ruptura entre las dos facciones que se disputan el control del Poder Legislativo es grave, porque deja en peligro la acción eficiente de todos los niveles de gobierno y de una gran cantidad de actividades.
Los diputados y diputadas locales actúan en estos momentos como si fueran un ente aislado, cuando no solo no lo son sino que representan a toda la sociedad morelense, en cuyo nombre fueron elegidos pero a la que han olvidado.
Además, los dos grupos se han quedado entrampados, porque ninguno dispone de la mayoría calificada necesaria para llevar a cabo sus planes.
Ayer desde este espacio se hacía un llamado a la concordia, que fue una prédica en el desierto debido a que el interés común ha quedado subordinado a los intereses de grupo o de partido.