Ya son varias las semanas en que casi todos los días hay accidentes de distinta gravedad en el paso exprés.
Lo mismo de la magnitud del percance en el que se vieron involucrados dos trailers y varios autos que el choque o la volcadura diaria, especialmente en la zona con los carriles centrales confinados, o el atropellamiento que nunca falta, una situación que incluso que ya hasta se ha vuelto banal.
Es evidente que las autoridades federales que tiene a su cargo ese peligroso tramo carretero no pueden permanecer indiferentes como hasta ahora.
El elevado riesgo de sufrir un percance al transitar por allí es motivo más que suficiente para que el gobierno de la república invierta los recursos necesarios para disminuir la probabilidad de chocar o ser arrastrado por un pesado vehículo en los numerosos puntos de peligro en una costosa obra pública que ha quedado como símbolo del despilfarro y la corrupción.