El marco de respeto en el que transcurrían las marchas conmemorativas del Día de la mujer fue nuevamente roto por un reducido grupo radical que se dedicó a realizar actos vandálicos a su paso, con lo que tristemente empañaron los reclamos a favor del combate a la violencia de género, la legalización del aborto y otras sentidas demandas.
Todos esos excesos no pueden ocultarse. Lamentablemente dañan de manera enorme a las reivindicaciones femeninas, como si se tratara de una infiltración interesada en causar daño a la causa.
La igualdad que la ley señala para hombres y mujeres está lejos de lograrse y parece que la irrupción de grupos como el que aquí se cita tiene como finalidad desgastar la asistencia a los actos de reivindicación que se promueven cada ocho de marzo.
Sin perder de vista lo verdaderamente importancia, no puede hacerse a un lado la existencia de esas formas de protesta, por lo que pueden significar para
El presente y el futuro de la lucha femenina.