El accidente de ayer en Temixco hizo visible el enorme peligro que corre la población de Cuernavaca por la operación irresponsable de avionetas de entrenamiento que cruzan zonas densamente pobladas sobre las que hacen sus temerarias maniobras.

La ausencia de aerolíneas que operen en el aeropuerto Mariano Matamoros convirtió a ese sitio en un lugar privilegiado para las escuelas de aviación, que disponen de una enorme infraestructura pública para su negocio pero que no asumen la responsabilidad social a la que deberían verse comprometidas.

Sus aeronaves han sido captadas numerosas veces cuando hacen vuelos rasantes sobre la ciudad de Cuernavaca, a pesar del peligro que eso implica.

Las autoridades federales encargadas de regular el sector deben hacer más caso a las denuncias que sobre el tema se han presentado, especialmente el año pasado, cuando los temerarios vuelos de las avionetas usadas para la formación de pilotos pasan casi sobre las cosas de numerosas colonias de la capital.

Volar no es un juego, como lo demuestra el trágico final de un piloto experimentado que ayer no pudo evitar incrustarse en un supermercado de Temixco.

Es necesario poner fin a ese peligro innecesario en el que viven los habitantes de la capital de Morelos.