La reducción de los alcances de la pandemia y la reactivación de las actividades presenciales depara cada vez mayores sorpresas, como los enormes daños causados por los saqueadores de escuelas públicas, que han robado aparatos electrónicos y otros bienes, pero principalmente el cableado y las tuberías, lo que ha dejado a muchos planteles sin la posibilidad de reanudar su servicio.
Muchas de las cosas que ocurrieron en el confinamiento son ahora problemas irresueltos que obstaculizan el retorno a la vida normal y dañan el futuro -e incluso el presente- de las nuevas generaciones.
Se necesitará mucha solidaridad y capacidad de organización de las comunidades escolares para recuperar lo perdido, que incluye la calidad de la enseñanza. Por lo tanto, es el momento para sacar del diccionario la palabra de moda, resiliencia, y ponerla en la realidad.