La próxima entrada en servicio de una nueva caseta de cobro en la autopista que comunica a Cuernavaca con Cuautla ha desatado un conflicto social porque la nueva infraestructura implica el cierre de las salidas que hoy dan servicio a numerosas e importantes comunidades.
Quienes trazaron la obra dejaron de lado el interés de las poblaciones que dependen de la citada carretera para su fácil comunicación desde hace décadas.
La situación se parece a la que se creó cuando se puso en servicio el paso exprés. En esa ocasión se dejó apenas un carril para todos los vehículos que debían ingresar a Cuernavaca desde el sur, porque se priorizó a quienes viajaban entre la Ciudad de México y Acapulco.
La medida provocó filas kilométricas de vehículos que trataban de incorporarse a la única salida disponible. El absurdo se arregló en pocos días pero puso el ridículo a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (no fue la única ocasión), algo que parece volverá a repetirse, hoy por la nueva caseta de cobro de Oacalco.
La falta de interés por hacer bien el trabajo quizá sea la segunda causa de errores tan costosos. La primera es la ausencia de compromiso social.