El cambio climático y el descuido de vecinos y autoridades sobre la abundante flora de Cuernavaca ha provocado que ahora lo que llenaba de belleza a la ciudad de la eterna primavera sea hoy motivo de preocupación.
El acortamiento de la vida de los árboles por la llegada de plagas aún no controladas, por las podas incorrectas, el cambio en el ciclo de las lluvias y muchos otros factores hacen que las personas y sus posesiones sean vulnerables, especialmente cuando sopla el viento, aunque no necesariamente solo en esos momentos.
Parece que es el momento de invocar a la ciencia y dotarla de los recursos necesarios para investigar las causas del acelerado deterioro de la flora y encontrar medidas que reviertan esa situación, al tiempo de que se institucionaliza seguir de cerca la evolución de cada ejemplar, para retirar a tiempo aquellos que puedan ser un grave riesgo.