El Poder Legislativo hace mucho que vive ajeno a la realidad del estado de Morelos, como la prueba la parálisis que por al menos seis meses enfrentó como consecuencia de la disputa por los órganos de control del Congreso.
La batalla fue infructuosa pero dañó el buen funcionamiento de ese Poder, que ahora nuevamente enfrenta la disyuntiva de renovar los cargos que dieron pie al enfrentamiento.
Aunque algunos diputados hablan de que ha comenzado el diálogo, aunque sea de manera informal, para discutir esa necesaria renovación, otra parte mantiene el lenguaje de la confrontación y del aprovechamiento de las precarias alianzas para mantener las cosas como están.
Ojalá los legisladores recuerden que son representantes de la sociedad y no de sus intereses personales y que también tengan presente el destino de sus antecesores, que fueron repudiados en las urnas y hoy están cubiertos por el descrédito.