Los comerciantes ambulantes que invaden la vía pública en el primer cuadro de Cuernavaca y sus líderes demostraron ayer que se niegan a cualquier tipo de regulación de su actividad, cuando de antes sostenían su disposición a someterse a las indicaciones de la autoridad municipal.
Pero ahora que esas reglas se han elaborado de una forma cuidadosa y a favor del interés público optaron por dañar a la ciudadanía para evitar que se las apliquen.
Lo que apenas fue la presentación de una posible normatividad bastó para que demostraran que son capaces de cualquier cosa con tal de continuar con una anarquía que ha acabado con la imagen turística de la ciudad y con las ventas del comercio establecido.
La nueva regulación pone condiciones razonables para obtener un permiso y prohíbe su acaparamiento, entre otras medidas que no dañan a una persona que intenta comerciar en la vía pública para sobrevivir. Pero lo que se mostró ayer fue otra clase de interés, que se niega a decir su nombre.