El extraño azar hizo que en Morelos nos enfrentáramos otra vez a un sismo de gran magnitud (7.7 grados) momentos después de que decenas de miles de personas participaran en un simulacro sobre el tema.
La distancia del epicentro evitó que sufriéramos daños materiales.
El fenómeno natural nos dio más conciencia de la necesidad de estar preparados y del peligro que los sismos representan.
Las nuevas formas de construcción también fueron puestas a prueba, por lo que en general el registro de ayer quedará en anécdota.
La preparación ante cualquier tipo de eventualidades no puede ser solo un formalismo, un trámite que se cumple por la coerción de la ley, sino por una verdadera necesidad de prevenir daños de cualquier tipo ante las manifestaciones de la Naturaleza.