La rehabilitación de los inmuebles con valor histórico dañados por el sismo se ha prolongado demasiado, a pesar de que esas construcciones tienen además una importancia vital en la economía de las comunidades en las que se asientan.
El turismo que antes del sismo de 2017 llegaba a esos lugares hoy hace falta y los bolsillos de la población dedicada a atenderlos lo resiente por un periodo que ya supera el lustro.
El anuncio de que este año quedarán concluidos los trabajos debe ser tomado con mesura, pero no por eso los organismos involucrados y los ciudadanos deben mantenerse al margen, sino ser más actuantes para coadyuvar a que esos tiempos se respeten y de esa manera finalmente la entidad recupere la normalidad perdida ese 19 de septiembre de infausto recuerdo.