Desafortunadamente el acceso de los jóvenes a las drogas se da cada vez a menor edad, por razones multifactoriales entre las que seguramente se cuenta el fácil acceso a ese tipo de sustancias nocivas.
La banalización del peligro que representan y su relación con ambientes hedonistas y en apariencia gratificantes ha aumentado el peligro de que aquel segmento de la población que más daño recibe por el uso de esas sustancias prohibidas se acerque más.
Los cerebros sin formar de los adolescentes y su incompleto proceso formativo los hacen blancos demasiado fáciles para acrecentar un mercado lucrativo para quienes a eso se dedican, pero eso genera un enorme problema de salud pública que debe combatirse con vigor.