La semana pasada, varios vecinos de la colonia La Unión de Cuernavaca, que se encuentran en la parte sur de la ciudad, en los límites con Temixco, detuvieron a un ladrón que había sustraído el cable que alimenta de electricidad la bomba del pozo de agua potable que surte a esa y a otras tres colonias más.
No es mucho el dinero que el delincuente podría lograr con la venta de su frustrado botín, pero el daño que su acción causó es enorme: tan solo la reparación de los daños causados al equipo de bombeo costó más de cien mil pesos y fueron sufragados por el SAPAC, que no vive precisamente en la abundancia.
Todo eso sin contar lo que sufrieron las miles de personas, los negocios y las escuelas que se quedaron sin agua potable durante varios días.
Los diputados, deseosos siempre de tener protagonismo, deberían legislar para que la compra de cable eléctrico de origen dudoso sea un delito con una fuerte sanción, para que no haya incentivos para los saqueos que por todos lados cometen los delincuentes especializados en esa acción.
Mientras haya compradores los hurtos de cable seguirán, con todo lo que eso provoca entre la población.