La falta de contrapesos al Poder Legislativo ha convertido en cotidiano el uso faccioso de las instituciones, con el peligro que esto implica para los ciudadanos pero también para la supervivencia de los organismos manipulados para actuar hacia un solo sentido.
Instituciones como el IMIPE ya fueron usadas a favor o en contra de alguna facción y terminaron desdibujadas y sin sustancia, porque quedó evidenciada su alejamiento de la sociedad.
Igual lastre enfrenta, por ejemplo, la comisión de derechos humanos y otros organismos que en sus mejores épocas contaron con liderazgos destacados y no sujetos al poder.
Ese uso parcial y abusivo de las instituciones tendrá un alto precio para la sociedad morelense, por lo menos hasta que alguien haga frente a esa situación y la corrija.