Ayer al salir de un banco, un hombre fue despojado de dos millones de pesos a punta de pistola.
Aunque llama la atención el monto del botín, ese tipo de delito es frecuente, pues ocurren varios cada semana.
Sin embargo, resulta cada vez más difícil creer que no existe complicidad de los empleados de las sucursales bancarias.
Las personas que acuden por el dinero en efectivo que requieren para sus actividades toman todas las precauciones necesarias -que sin embargo han demostrado ser insuficientes- y solo con información surgida desde dentro pueden ser ubicados por los delincuentes que los esperan a la salida para despojarlos.
La economía de la capital morelense padece ese mal adicional, los asaltos a cuentahabientes, que deben ser frenados, pero debe ser con la participación de las instituciones bancarias.