Poco a poco el G-15 -compuesto por los diputados que controlan el Congreso local, más los cómplices que votan sus ideas- comienza a cerrar el círculo y a estrechar sobre el cuello de los morelenses la soga con la que pretenden ahorcarlos para complacer sus oscuros intereses.
Ahora que varias dependencias presentan problemas para operar con normalidad por falta de presupuesto, la comisión de Hacienda del Poder Legislativo sigue en su inactividad a pesar de que es paso obligado de las solicitudes para redistribuir los recursos públicos, una maniobra que, si no se aprueba, provocará diversos daños a la sociedad.
Parece que la estrategia de los diputados es dejar que todo colapse. El problema es que si el sistema público se detiene, el ciudadano común será la principal víctima. Y al tiempo.