Apenas un puñado de personas provocó el caos en el primer cuadro de Cuernavaca cuando decidieron cerrar la avenida Morelos para exigir la agilización de la justicia laboral en un caso muy específico.
Por lo general son grupos con mayor organización y membresía los que acostumbraban interrumpir de esa forma el tráfico pero ya ni siquiera se requiere de muchos para conculcar el derecho al libre tránsito bajo el argumento de reclamar por algunos pocos intereses afectados.
Los intereses generales de la población quedan subordinados a la voluntad de unos cuantos por la pérdida de valores.
La naturaleza del acto reclamado impedía su resolución inmediata por la vía de la presión a la autoridad cuestionada.
Ni multitudes ni individuos deberían alegar la defensa de sus derechos para afectar a decenas de miles de personas que terminan como rehenes.
Es tiempo de que esta sociedad busque mecanismos distintos para dirimir conflictos, pues el daño causado provoca a su vez mayores males.