No fue sorpresa que el presidente de la Mesa Directiva del Congreso conculcara de nuevo los derechos de sus 19 homólogos, que estuvieron impedidos de usar la palabra para dar a conocer la posición de sus partidos de cara al inicio del último año de la actual Legislatura.
Una parte de los diputados fueron forzados a someterse pero otra parte aún más numerosa lo hicieron por voluntad propia, en una sumisión que debería avergonzarlos.
Y no se trata de que los haya sorprendidos, porque hablamos de gente que ya ocupado varias veces una diputación y que representa a un partido y que aún así cambió su mandato constitucional por una genuflexión que seguramente le será muy redituable.
Por lo pronto, una vez más, ese Poder estuvo a la altura de su merecido mote de la peor Legislatura de la Historia.