Las llamadas fiestas patrias conmemoran el inicio de la gesta heroica que culminó con la independencia de nuestro país, pero al paso de los años -o quizá mejor dicho, en los últimos años- la celebración ha derivado en una pérdida de las raíces identitarias para convertirse en simple pretexto para los excesos en el consumo de alcohol, lo que trae consigo conductas de riesgo.
Además de hacer un llamado a la población a reflexionar lo que significó el movimiento armado encabezado por Miguel Hidalgo y otros próceres, es necesario invocar prudencia y respeto en la celebración.
Con o sin “ley seca”, el respeto hacia los demás debe prevalecer, así como la armonía y la sana convivencia.
México es mucho más que sus ciudadanos más extremos e inconscientes.