La Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización (ESAF) es el organismo encargado de revisar el uso correcto del presupuesto en los ayuntamientos, el gobierno estatal, los organismos autónomos y los poderes Legislativo y Judicial, pero desde hace lustros ha actuado solo como tapadera.
El lamentable papel que los encargados de la ESAF han hecho ha querido ser tapado con el simple cambio de siglas mientras los nulos resultados persisten.
Más que supervisor, se trata de un organismo que regala impunidad, no sabemos a cambio de qué.
Por eso el G-15 pretende nombrar a alguien que se subordine a los intereses de quienes encabezan ese nefasto grupo de diputados.
No hay otro motivo para justificar las prisas por concretar el nombramiento. La peor Legislatura de la Historia quiere agregar un motivo más -como si hiciera falta- para solidificar en piedra el terrible adjetivo que se ha ganado a pulso.