La reconstrucción de Acapulco comienza a provocar consecuencias económicas para la entidad, por la elevada demanda de ciertos materiales, lo que ha encarecido la construcción, por ejemplo.
Sin embargo, el tamaño del desastre es tal que la llegada de Otis representa más una oportunidad que un problema para Morelos, si la iniciativa privada tiene la visión para trabajar de forma mancomunada y con enfoque a largo plazo.
No solo el turismo puede y debe repuntar, sino el comercio y los servicios de la entidad, que deben asumir que pueden cubrir aquello que la Naturaleza destruyó en el estado vecino.
Todo eso no se podrá hacer con trabajo aislado. Se requiere tejer redes de apoyo y el empresariado tiene la oportunidad de mostrar sus alcances.