La Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización es uno de los muchos organismos públicos que solo constituyen un gasto innecesario a ojos de la ciudadanía.
Aunque la ley dice que debe vigilar el correcto uso de los recursos del erario, desde hace lustros solo ha servido para avalar las cuentas públicas de quienes fueron alcaldes y luego se convirtieron en diputados locales. También para proporcionar empleos bien pagados a los amigos y familiares de quienes controlan en Congreso.
Y claro, para amenazar a los enemigos. Fuera de esos casos, la ESAF poco representa -tristemente- para Morelos, no solo en esta que es la peor de las legislaturas, sino también en los trienios anteriores, hasta donde alcanza la memoria.