La desfachatez más absoluta fue manifestada ayer por quienes tienen en sus manos la operación del Congreso local, al admitir abiertamente que sus acciones estarán condicionadas por sus compromisos electorales, pues muchos de los diputados tienen la intención de buscar un nuevo cargo o reelegirse.
Hablamos de personas que le cuestan a la entidad más de 25 millones de pesos al año, que han demostrado incapacidad para cumplir sus obligaciones y que han sobresalido por su voracidad para manejar con fines privados los recursos públicos que la ciudadanía puso en sus manos.
A pesar del altísimo modo de vida del que disfrutan, ni siquiera serán capaces de destinar el tiempo suficiente al cumplimiento de sus deberes, porque sus aspiraciones electorales son más importantes desde este momento.
Ante esto, los ciudadanos tienen una sola ocasión, en la cita con las urnas, para poner orden.