La judicialización del proceso electoral en esta etapa habla de la inmadurez de los partidos políticos para resolver los conflictos internos con sus propios mecanismos.
La militancia que se siente agraviada considera que no puede haber respuesta de los órganos de su propio partido y llega a los tribunales para resolver todo tipo de asuntos, incluso aquellos de máxima simpleza.
La situación se complica conforme se avanza en las etapas rumbo a los comicios.
Quizá sería tiempo de que los partidos den muestras de madurez y atiendan todos los conflictos que plantean su funcionamiento natural, lo mismo para que no colmen las estructuras judiciales que para que recuperen la confianza de los ciudadanos.
Parte del abstencionismo que padecemos cada tres años tiene que ver con la pérdida de confianza que padecen los institutos políticos y en parte explica el castigo que aplican los ciudadanos que sí van a las urnas.
Ya falta poco para saber si hay nuevas actitudes o todo se mantiene igual en la política.