La -enésima- protesta de ayer de empresarios y trabajadores del autotransporte federal tiene muchas lecturas, pero una de ellas es la inseguridad que padecen quienes viven de esa actividad.
El robo de unidades y de su mercancía se ha normalizado y constituye el pan de cada día en las carreteras federales y de cuota que cruzan el país.
La entidad vive parte de ese proceso al ser un cruce de caminos entre el Atlántico y el Pacífico
Sin embargo, también es rehén de este tipo de protestas, que con sus bloqueos desborda su origen y daña a quienes carecen de capacidad para dar respuesta, pero aún así ven conculcado su derecho al libre tránsito.
Así sea por breve tiempo, cualquier bloqueo de las carreteras que cruzan la entidad perjudica gravemente a la economía y a la sociedad en general.
Pocas muestras de simpatías se cosechan de esa manera para cualquier causa.