Fue la que está por concluir, una legislatura que el pueblo morelense no recordará por su productividad, sino por su frivolidad.
Entre excesos, omisiones y opacidad, la LV Legislatura estatal transcurrió con las puertas cerradas al diálogo con los distintos sectores de la sociedad, así como con un consenso privado en la agenda sólo del interés de los grupos afincados en su interior.
Los diputados locales cierran su gestión con una deuda descomunal con la gente que confió en unos representantes que los defraudan una y otra vez.
Es el triste desenlace de un trienio no sólo para el olvido, sino para el repudio.