La situación en Culiacán, Sinaloa, es una referencia de una crisis de seguridad inocultable que el gobierno federal subvalora.
La fiesta montada la noche del 15 en el zócalo de la capital del país contrasta con una realidad que sufren los ciudadanos de Culiacán, ignorados por unas administraciones de gobierno que se cubren los ojos ante un escenario de dolor para los mexicanos.
La ola de violencia también aqueja al resto del país. Nuevas estrategias y renovados esfuerzos son esperados con los cambios de timón en la nación. México no tuvo grandes razones para celebrar el fin de semana.