El país asiste a un proceso de elección judicial difícil de entender: jueces, magistrados y ministros serán seleccionados en una elección popular…
No es esperanzadora la subordinación del Poder Judicial a un régimen imperante. No es la democracia esperada. Desde su concepción, el modelo de enmienda constitucional es un despropósito, sólo sostenido por la avalancha oficialista, que hace de la reforma judicial un espectáculo.
Las campañas proselitistas de aspirantes a posiciones y el mismo proceso comicial programado para junio están inmersos en interrogantes y desatinos que no presagian una renovación aseada de estructuras en el Poder Judicial. Todo se reduce a un exabrupto político.