En ese tipo de actos sólo se permite la presencia de incondicionales, pero ya ni siquiera eso le garantiza al gobernador Graco Ramírez la tranquilidad, pues la situación de inseguridad y debacle económica que vivimos es superior al grado de resistencia de aquellas personas que por clientelismo se ven obligadas a formar parte de la escenografía de actos de lucimiento de la autoridad.
Para colmo, observadores de la Organización de Naciones Unidas acudieron ayer a Tetelcingo a recabar información sobre las fosas comunes de la ignominia, lo que mantuvo a la entidad en el centro informativo nacional e internacional.
En pocas palabras, las acciones del gobernador y de quienes le acompañan en su responsabilidad (que a estas alturas más que colaboradores deberían denominarse cómplices) son la principal causa del mal nombre de Morelos.