De nada han servido las llamadas de advertencia. La imprudencia de la gente -quizá ligada al consumo e alcohol- se mantuvo pese a los avisos y al final generó un saldo rojo cuya medición concluirá hasta que mañana finalice el asueto con motivo de las fiestas patrias.
Los hogares enlutados, las familias afectadas por un daño económico o la pérdida de un ser querido pueden hacerse todas las preguntas pero la respuesta es muy simple: la falta de conciencia social nos está llevando a hacer como un hecho irremediable que estemos sometidos en calles y carreteras al puro azar.
Determinar quién vive o muere o quién sufre un daño por el simple descuido es algo que debería dolernos como sociedad, pero al parecer nos resulta indiferente.